Emotivo reencuentro de un padre cubano con su hijo en Estados Unidos

El cubano Enrique Torreblanca, de casi 70 años de edad, realizó una larga travesía desde Nicaragua para finalmente reunirse con sus familiares en Estados Unidos.

A través de sus redes sociales, el periodista cubano Javier Díaz, quien trabaja para la cadena Univisión, abordó el testimonio de Enrique, quien llevaba 5 años separado de su hijo y no había podido conocer a su nieto.

“Este cubano realizó la travesía desde Nicaragua con casi 70 años para reencontrarse con su hijo en Miami. No conocía a su nieto y desde hace 5 años estaba separado de su familia”, escribió el periodista en una publicación en la que compartió un video del reencuentro que sostuvieron en el Aeropuerto Internacional de Miami.

En la grabación se observa al anciano y su hijo abrazándose tiernamente, ambos arrodillados en el piso, mientras que el nieto de Enrique se incorporaba a la bienvenida, abrazando a su padre.

Javier Díaz compartió otra publicación en la que recoge las palabras de Torreblanca y su hijo, sobre el largo periplo y el emotivo momento del reencuentro.

“Es una emoción tan grande, compadre que es impredecible. Sentí que el alma se me iba”, precisó Enrique, quien habló sobre el cruce del Río Bravo: “Crucé en una balsa ahí en la que nos pasaron un tramo y venía la migra y tuve que tirarme, el agua me daba por el pecho”.

Sobre lo difícil que resultó el paso por el río, destacó: “Había un momento en que yo no podía más y ellos (quienes lo acompañaban) me dijeron ‘Puro, usted ha llegado hasta aquí con nosotros, ¿cómo se va a quedar?’”.

Asimismo, relató que en una ocasión fue tomado por los brazos para ayudarlo a correr, aunque apuntó que uno de los momentos más difíciles fue viajar dentro de un contenedor junto a otros 126 migrantes rumbo a México.

Enrique aseguró que dada la crítica situación económica de la isla, no tenía garantizada su vejez allí, por lo que considera que valió la pena haber realizado el peligroso trayecto: “Para sobrevivir allí hay que tener corazón”.

Por su parte, su hijo, que también se llama Enrique Torreblanca, señaló: “Ya cuando lo vi me desplomé. Tuve que arrodillarme a llorar porque no fue fácil”.

Con relación a la decisión de que su padre emprendiera el largo y arriesgado trayecto, expresó: “Me sale más económico traerlo, que tratar de mantenerlo allá (en Cuba)”. Además, contó que un día llamó a su padre para decirle que le había comprado el boleto de avión.

Sobre lo que sintió mientras su padre desarrollaba el largo periplo, indicó: “No vives, no duermes, no comes, y es todo el tiempo tu mente pensando en eso, en la travesía, en los cuentos, porque han pasado muchas cosas”.