Tres balseros cubanos que lograron sobrevivir al naufragio de su embarcación en su intento de llegar a suelo norteamericano, ofrecieron declaraciones al portal oficialista Cubadebate, de la pesadilla vivida.

La rudimentaria embarcación en que navegaban una veintena de cubanos a bordo, zozobró el pasado 5 de julio en altamar a 26 millas de Cayo Hueso, trayendo como resultado la desaparición de 9 balseros y 13 lograron sobrevivir.

Marlin, Yaritza y Yaikel, quienes cuentan todo lo que pasaron, partieron de un punto del este de la capital de la isla junto a otras 19 personas, en momentos en que el tiempo estaba en calma, el cielo se encontraba azul y no parecía que el fenómeno meteorológico Elsa estuviera próximo a la provincia de Matanzas.

Yaikel Darias Tabares, de 27 años relata: “El patrón del barco entró en pánico, comenzó con vómitos. Cogió el timón otra persona y le pasó lo mismo. Fue entonces cuando comencé a guiar la embarcación. Yo había pasado por esto una vez. Estuve cinco días perdido en el mar sin rumbo. En aquella ocasión nos encontraron llegando a México. O sea, yo tenía conocimiento”.

“De pronto, las olas comenzaron a crecer, alcanzaban tres y cuatro metros. Ya después de las diez de la noche eran olas inmensamente grandes. Llegó el momento en que no pudimos esquivarlas. Nos cogió una por el lado y fue cuando nos viró la embarcación. Hubo personas que nunca lograron aguantarse, otras perdieron las fuerzas y cuando intentabas sacarlos a flote, te empujaban hacia abajo”, prosiguió.

Balseros cubanos que sobrevivieron a un naufragio: "Fueron horas en el agua, luchando para no morir" 1
Foto: Yaikel Darias Tabares

“Todos nos fuimos separando por grupos. Tú te hundías de pronto, levantabas la cabeza y faltaban dos gentes. Te volvías a hundir y faltaban dos más. Al rato intentabas mirar para el lado y sucedía lo mismo. Lo único que veías eran sombras. Así fue toda la noche, intentando salvarnos…”, añadió.

“Amaneció y todavía había mucho oleaje. De mi grupo quedábamos seis: tres de ellos después se ahogaron y quedamos una mujer, un muchacho y yo. A nado, llegamos casi a tierra. Nuestra embarcación se viró a unas 70 millas de Cuba, todo lo demás fue nadando y suerte que el ciclón nos empujaba”, señaló.

“Cuando los guardacostas americanos llegaron hasta donde estábamos, algunos teníamos hipotermia. Me subieron al barco de ellos y no podía caminar ni moverme, por eso me cargaron. Ya no podía hacer nada. Es como si en ese momento yo me hubiese paralizado”, concluyó su relato.

Por su parte Yaritza Méndez Ramírez de 34 años expresó: “La embarcación era hecha de una pipa, con unos tanques por los lados. Era rústica, pero parecía segura. Tenía unos siete metros de largo. Llevábamos agua, comida, medicina, de todo llevábamos. Yo iba con mi hermano. Algunos nos conocíamos, otros no.

“Cuando comenzó la odisea, nos quedamos a la deriva sin nada de qué aguantarnos. Éramos cinco con dos salvavidas. Estuvimos la noche entera tratando de sobrevivir. Yo no me quité el chaleco en ningún momento, pero mi hermano no tenía y se sostenía de mí. Él estaba muy débil y con mucho frío. No pasaron 20 minutos y me dijo que ya él no resistía más… Le dio una hipotermia. Lo mató el frío. Mi hermano falleció en mis brazos”, señaló muy consternada.

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Foto: Yaritza Méndez Ramírez

“Yo había escuchado otras historias, tragedias en el mar, pero en ese momento uno no piensa en eso, sino que pone la mente positiva y cree que sucederá lo contrario. Ahora quiero abrazar a mis hijos… Tengo un varón de seis y una hembra de 14 años. Yo solo pensaba en ellos, que quería volver a verlos, por eso no me di por vencida”, indicó.

Entretanto, Marlin Leliebre Tiezco, de 34 años relató: “Nosotros supusimos que los guardafronteras no iban a estar tan atentos porque aquí en Cuba todo giraba alrededor de la tormenta. Realmente creímos que nos daría tiempo llegar a Estados Unidos. Una vez allí yo podría ayudar económicamente a mi mamá que tiene 65 años y aún trabaja. Quiero también tener hijos, y en Cuba se me hace muy difícil por la situación económica. Hay ciertos momentos en que la desesperación te lleva a dar ese paso, pero después de esto, si yo para ir a Estados Unidos tengo que ir en lancha, no voy. De esa manera no”.

“Recuerdo que en el trayecto nos encontramos a los guardafronteras. Nos hicieron señas de que no siguiéramos, que regresáramos porque la embarcación se iba a virar y peligraban nuestras vidas. Ellos tenían seguridad de que eso podía suceder, pero nos resistimos. Yo me quedé callada, pero ninguno quiso retornar. Entonces, los oficiales nos tiraron unos diez salvavidas y nosotros llevábamos tres más”, prosiguió.

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“Seguimos adelante y ya en la noche se viró la embarcación y se desató el infierno. Yo quedé debajo del bote y allí permanecí para salvarme entre el agua y el borde del barco porque no sé nadar. Mi novio se sumergió y me ayudó a salir. Hubo una persona que se enredó con una lona azul que llevábamos, y no salió”, continuó.

“Nos subimos encima de la embarcación. Yo tenía uno de los salvavidas que nos dieron los guardafronteras cubanos, y mi pareja se aguantaba con una mano del bote y con la otra me agarraba por el chaleco para que las olas no me llevaran. Estábamos solos, unos al lado del otro y no nos veíamos las caras. La oscuridad era horrible y las olas inmensas venían de todas partes. La lluvia, te ardía la cara”, añadió.

“Cuando el barco se empezó a hundir las personas se iban dispersando. Muchos no sabíamos nadar. Miré alrededor mío y no escuchaba una voz. Estábamos solos mi novio, una amistad mía y yo. Creíamos que no había sobrevivido nadie más a aquella tragedia. Por la madrugada, la muchacha empezó a perder la razón, y murió dos horas antes de que el barco de guardacostas norteamericano nos recogiera. Fueron alrededor de 22 horas en el agua, luchando para no morir”, aseveró.

Estos testimonios tan tristes, muestran la desesperación que tienen muchos cubanos por la crítica situación de la isla y aun sabiendo que pondrán en riesgos sus vidas, prefieren intentarlo a ver si por fortuna logran llegar a tierras norteamericanas para poder experimentar la sensación de ser libres y mejorar sus condiciones y nivel de vida.

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