A raíz de la pésima atención médica que recibiera su padre en el hospital provincial de Matanzas; la actriz cubana Lynn Cruz, decide hacer una carta abierta al ministro de salud de la Isla, José Ángel Portal Miranda.
Bajo su perfil de Facebook publicó el post que comienza: “Carta abierta al Ministro de Salud Pública, Doctor José Ángel Portal Miranda”, y en lo adelante, denuncia paso a paso todo el trato con los médicos del hospital, los enfermeros, la carencia de medicamentos y los protocolos a seguir, durante la llegada y estadía de su padre en el Faustino Pérez de la Atenas de Cuba.
Su carta, es el reflejo de la impotencia que se siente cuando te afecta directamente el mal proceder de alguien, eso mezclado a la carestía de suministros en Cuba y a la falta de buena voluntad de algunas personas.
Su post, recibió el comentario de varias personas mostrándole apoyo: “Muy triste eso y todo lo demás Lynn, ojalá alguien haga algo en esta nación descabezada. Te abrazo, porque nada más puedo hacer” … “Fuerza y denuncia. Toda la empatía de un cubano preocupado por la Patria, desde Costa Rica” … “Es una terrible cadena de errores evitables. ¡Un abrazo y oraciones por ustedes!”.
A continuación, reproducimos íntegramente la carta de Lynn Cruz al ministro de salud:
Carta abierta al Ministro de Salud Pública, Doctor José Ángel Portal Miranda: Por este medio le comunico que, desde el…
Posted by Lynn Cruz on Monday, April 5, 2021
Carta abierta al Ministro de Salud Pública, Doctor José Ángel Portal Miranda:
Por este medio le comunico que, desde el pasado domingo 28 de marzo del presente año, mi padre, miembro del Partido Comunista de Cuba, Teniente Coronel y Combatiente de la Revolución, Eumelio Gómez Hurtado ingresó en el Cuerpo de Guardia del Hospital Provincial Faustino Pérez de la provincia de Matanzas.
Mi padre, un paciente diabético llegó descompensado a causa de una neumonía, producto de una gripe que le trasmitió mi madre, su esposa asmática de 64 años. Que la pasó, se atendió en su médico de la familia y en el Policlínico de la Playa y no tuvo mayores complicaciones, ni siquiera le dio asma.
Esa misma gripe ya la tenía la mensajera de mis padres que no volvió a entrar a la casa por esa razón.
También la tuvieron los padres de la enfermera que vive frente a nosotros y que hace las pesquisas.
Mi padre se complicó simplemente porque es diabético. Todas esas personas que estoy describiendo son adultos mayores con enfermedades crónicas.
Di todas estas razones en el Cuerpo de Guardia de dicho hospital luego de que mi padre entrara en el Protocolo de CoViD 19 a causa de un Test rápido positivo producto de la infección respiratoria que tenía. En el Cuerpo de Guardia expliqué además mis preocupaciones debido al cuadro delicado en el que entró mi padre.
Luego de que ya era inminente que se debía quedar pues había entrado al sistema como positivo, me enteré de que en ese hospital no había ni ROCEFIN, ni FUROSEMIDA, los medicamentos principales para tratar la descompensación y la neumonía de mi padre.
Minutos antes de entrar, la doctora que lo vio me había dicho que lo mejor, debido a la cardiopatía, sería internarlo. Entonces comencé a reclamarles el hecho de que como internarían a mi padre si las medicinas que él necesitaba no estaban en ese hospital.
Resultado, el martes en la tarde me llamó mi mamá para decirme que, en efecto, el PCR de mi papá era negativo y que ya podíamos pasar a recogerlo, que le iban a dar de alta.
Cuando mi madre fue a buscarlo el martes 30 de marzo, mi padre no abría los ojos y no se podía levantar de la cama.
Mi madre enojada le dijo al médico que como se iba a llevar a su marido en esas condiciones.
Mi padre llegó a ese hospital caminando con su bastón. Se podía sentar por sí mismo. Hasta el lunes 29 de marzo, en la tarde, en que entró en la Sala de aislamiento G, en la Cama 19, pudimos monitorearlo y hasta ver su evolución después de los 2 bulbos de ROCEFIN que cambié por arroz en La Habana.
Recibí a mi padre en la Sala G de Respiratorio, el miércoles 31 de marzo alrededor de las 8 pm y porque fui yo misma a buscarlo porque me argumentaban que él no quería irse de allá, argumento que me sonaba notablemente extraño.
29 horas después de que ella lo viera, mi padre estaba en un estado semi-vegetativo. Ni siquiera abría los ojos.
Al día siguiente supe la razón. Tenía los ojos pegados a causa de las secreciones y nadie dentro de aquella Sala, la Sala G, se encargó de limpiarlos con un algodón y con agua destilada.
Los ojos ya estaban bien, el izquierdo un poco más pequeño que el derecho, pero ese problema tuvo solución, solo que mi padre una vez más no podía, ni puede levantarse. O sea, estuvo más de 24 horas sin poder abrir sus ojos por falta de auxilio.
Repito, mi padre llegó a ese hospital caminando con su bastón. Se podía parar por sí mismo. Hasta el lunes en la tarde en que entró en la Sala de aislamiento G en la Cama 19, pudimos monitorearlo y hasta ver su evolución después de los 2 primeros bulbos de Rocefin que cambié por arroz en La Habana.
Recibí a mi padre alrededor de las 8 pm en la Sala G de Respiratorio, el miércoles 31 de marzo. Mi padre estaba en las mismas condiciones que me había descrito mi madre, el día anterior. Me pasé toda la noche hablándole. Estimulándolo. Quería entender qué había sucedido con él en la Sala de aislamiento.
A mi padre, durante esas 72 horas nunca le hicieron un examen a su corazón debido a la cardiopatía por la cual ingresó, además de la neumonía. Estuve con él otras 72 horas más entrevistándome con no menos de 12 médicos, incluido el Doctor Reynaldo Suárez, Jefe de la Sala de Medicina que me aseguró que mi padre estaba siendo bien atendido y que el Protocolo de COVID del hospital es muy efectivo.
Sin consultar con su familia, familia que llamó por teléfono todos los días y en varios momentos de esos días, a mi padre le suministraron un esteroide, Metilprednisolona que, entre sus precauciones reconoce a los pacientes con tratamiento para la Diabetes.
Pude ver con mis propios ojos la extraña reacción que le provocó ese medicamento.
Mi padre se levantaba bruscamente (gastando energías que no sé si estarían dañando aún más a su corazón) luego de que se incorporaba, ya su cuerpo se ponía tembloroso y no podía continuar hacia el siguiente nivel, levantarse de la cama.
Vi esos episodios 2 veces. Con ayuda de los acompañantes lo sentábamos y durante unos 20 minutos volvía a ser el mismo de antes. Como si no estuviera enfermo. Hasta que de repente volvía a caer en ese estado de somnolencia con que salió de la Sala de aislamiento.
Mi pregunta es, ¿Ningún especialista notó que esos comportamientos podrían ser una reacción adversa a ese esteroide?.
En el momento en que comencé a escribirle, mi padre estaba estable en medio de la gravedad que reporté desde el jueves 1 de abril al ver el color y la textura de su orina.
Hoy, lunes 5 de abril, o sea, 96 horas después es que reportan a mi padre de grave.
De más está decir que yo no deseo que mi padre continúe en el Hospital Faustino Pérez de la provincia de Matanzas donde no solo perdieron la placa de mi padre que le hicieron el domingo 28 de marzo en el Cuerpo de guardia de dicho centro. Donde además me ocultaron información valiosa que solo pude detectar gracias a que no dormí en 72 horas. Aspectos que me hicieron perder la confianza en las personas que han estado, están y estarán a cargo de mi papá en el Hospital Faustino Pérez de la provincia de Matanzas.
Mi familia está en shock. Sus tres hijos, su esposa, su nieta, y demás familiares.
No solo nos han dañado psicológicamente, sino que han provocado que la vida de mi padre peligre hasta el punto de caer en un estado de coma.
A las 6 pm del día de ayer, 31 de marzo, casi 72 horas después de su ingreso, hablé por teléfono con el médico de quien…
Posted by Lynn Cruz on Thursday, April 1, 2021